En Chicago el 1 de mayo de 1886 los trabajadores reclamaron la jornada laboral de ocho horas diarias. El 4 explotó un artefacto durante una manifestación en la plaza Haymarket, acto del que se acusó a George Engel, tipógrafo; Adolf Fischer, periodista; August V. Spies, periodista, y Albert Parsons, periodista, ahorcados el 11 de noviembre de 1887 tras un juicio lleno de irregularidades.
“Mientras escribo estas líneas, el proletariado europeo y americano pasa revista por primera vez a sus fuerzas movilizadas, movilizadas como un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo fin inmediato: […] Y el espectáculo de esta jornada abrirá los ojos a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países, para que se enteren de que hoy los proletarios de todos los países están ya unidos en acción.
Friedrich Engels, prólogo a la edición alemana del Manifiesto comunista, fechado el 1 de mayo de 1890.
EL corazón de todos los humanos
late cantando con un pulso nuevo
por cuatro mártires colgados fieles
con su verdad al movimiento obrero.
Adolf, August, Albert y George, heroicos
frente al furor del capital violento,
vencieron con su vida condenada
sobre el poder sectario del dinero.
¡Salud! Cuando la muerte es victoriosa
vive en honor rompiendo los silencios,
para gritar al mundo que es posible
fortalecer a la razón con hierro.
De Chicago salió para extenderse
por talleres y fábricas y pueblos
hasta vencer al odio sin fusiles,
para la libertad prendida al viento.
¡Salud! La estrella roja que nos guía
para avanzar seguros al progreso
tiene color de sangre y nos recuerda
las auroras tenaces de su ejemplo.
Uno de Mayo, fiesta entre las flores:
aquel día de luto marca el tiempo
convertido ya en luz para mañana,
bandera más alzada que los cielos.
Arturo del Villar, poeta republicano.