La opinión por Arturo del Villar, presidente del colectivo republicano tercer milenio.
La revista digital Vanitatis, subtitulada Portal de crónicas, social, televisión y estilo de El Confidencial, en resumen, de cotilleo marujón, ofrece en su número del 19 de junio el resultado de una encuesta sobre la monarquía española. Fue realizada por IMOP Insights a partir de 1.031 entrevistas presenciales y telefónicas llevadas a cabo en toda España, y con todas las variables sociodemográficas, entre el 28 de mayo y el 3 de junio, a hombres y mujeres en edad de votar. El margen de error nos dicen que es de 3,1 puntos porcentuales.
El motivo de haberla encargado es que el Centro de Investigaciones Sociológicas dejó de preguntar en 2015 por la opinión de los españoles acerca de la monarquía en su barómetro mensual, por motivos nunca explicados, aunque presumibles. Al tratarse de un organismo de la Administración del Estado no debe reflejar lo que piensan los vasallos de su majestad el rey católico, cuando la opinión no es favorable a su real persona y la familia irreal, lo más frecuente.
Los resultados publicados por Vanitatis, no obstante, son favorables a la monarquía, aunque por escaso margen. Resulta que el 50,8 por ciento de los españoles son monárquicos, y el 46,1somos republicanos, con un 3,1 por ciento de indecisos, lo que confirma que las dos españas están bastante emparejadas. Por sexos, las mujeres prefieren la monarquía, el 54,1 por ciento, mientras el 47,4 de los hombres nos decantamos por la República.
En cuanto a las edades, la inclinación republicana importa a los más jóvenes, pero va disminuyendo proporcionalmente a medida que aumenta la edad. Así leemos que el 70,4 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años se declaran republicanos, soslayo las variaciones posteriores hasta llegar a los mayores de 65 años, entre los que triunfan los partidarios de la monarquía, el 57,8 por ciento, y solamente el 36,1 elige la forma republicana.
Por comunidades autónomas los resultados son los presumibles: el 74 por ciento de los catalanes confiesa preferir la República, mientras un 21,6 apuesta por la monarquía. En Euskadi los republicanos ganan con el 70,6 por ciento, aplastando al 24,7 de los monárquicos. La idea muy extendida respecto a la derechización de Galicia parece que debemos cambiarla, puesto que el 51,6 por ciento de los gallegos votaría a favor de la República si le permitieran hacerlo, que no se lo van a permitir, ni a los demás. En Madrid parece ser que predominan los monárquicos, el 62 por ciento, y en Andalucía son legión, el 75,1, en lo que debe de tener alguna repercusión el cambio en el trabajo de la tierra: los antiguos braceros cultivan ahora fresón bajo plásticos, aunque los olivos siguen perteneciendo a los terratenientes.
En cuanto a las preferencias políticas de los encuestados, se hallan bien conectadas con la decisión en el dilema: por la derecha se declaran monárquicos el 90,7 por ciento de los votantes del Partido Popular, el 82,7 de quienes lo hacen por Ciudadanos, el 82,2 de los que dan su papeleta a Vox, y el 44,5 de quienes confían en el llamado Partido Socialista, aunque en esta organización antiguamente republicana y marxista ganan los partidarios de la República con el 51,6 por ciento, pese a que los dirigentes prefieran no enterarse. Por la izquierda se impone la lógica, ya que tanto Izquierda Unida como Unidas Podemos cuentan entre sus afiliados con una aplastante mayoría del 86 por ciento de republicanos, y solamente un residual 9,3 de monárquicos.
La encuesta ha valorado también a los monarcas, en una puntuación del 1 al 10. El mejor situado es el actual rey, Felipe VI, aunque nada más que con 6,3 puntos, seguido por su padre Juan Carlos, que casi aprueba con un 4,9, y por último la consorte Letizia, suspendida con el 4,8. Sobre el resto de la familia irreal no preguntaron.
La deducción obtenida de estos datos dice que en principio se mantienen incólumes las dos españas, pase lo que pase, con unas preferencias parecidas. Las variaciones en la predilección por un sistema político estatal según aumenta la edad de los vasallos, puede que se deban al hecho de que a medida que envejecemos nos volvemos más conservadores, sencillamente porque con los años vamos adquiriendo propiedades que deseamos conservar, ya que nos ha costado mucho conseguirlas: un trabajo estable, un piso con hipoteca, un automóvil a plazos, etcétera.
Sin embargo, ello no significa que se transforme la ideología de una persona con el paso del tiempo. Al contrario, una persona formada e informada afianza las creencias adquiridas en su juventud cuando envejece, pese a que manifieste en público otra cosa distinta que le parezca más conveniente para sus intereses. Por eso yo repito siempre con vigor el grito de la Gloriosa Revolución de 1868: ¡Viva España con honra! ¡Abajo los borbones!