Con motivo de la manifestación organizada por el trifachito nazional este 13 de junio de 2021, con insultos al Gobierno por los indultos que se sospecha concederá a los presos políticos catalanes, una de las lideresas asistentes, Isabel Díaz Ayuso, presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, lanzó unas preguntas a los asistentes y a los que escucharíamos inevitablemente informaciones sobre el acto: “¿Qué hará el rey de España a partir de ahora? ¿Firmará los indultos? ¿Le harán cómplices de eso?” Ella no sabe, no contesta, ya hace bastante con plantear la cuestión.
Realmente es un caso complicado, puesto que su majestad el rey católico nuestro señor Felipe VI, que Dios guarde, pronunció una real homilía cívica el 3 de octubre de 2017 urbi et orbi, en la que denunció a “determinadas autoridades de Cataluña” que en su real opinión “de una manera clara y rotunda se han situado totalmente al margen del Derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional”. De manera que está conforme con las penas de prisión impuestas a los políticos catalanes decididos a no reconocerlo como su rey y señor.
La causará una real perplejidad, si efectivamente llega el caso y el Gobierno le pone a la firma los reales decretos con los indultos correspondientes, en cumplimiento del punto f) del artículo 62 de su Constitución borbónica. Es probable que lo considere un caso de conciencia y se lo consulte a sus amigos de la Conferencia Episcopal, para que le aconsejen lo que debe hacer como sucesor del sucesor a título de rey designado por el dictadorísimo para perpetuar su régimen genocida contra el sufrido pueblo español.
Si así fuera, tal vez le aconsejen imitar lo que hizo su colega el rey Balduino de Bélgica, cuando el Gobierno le puso a la firma una ley aprobada por el Parlamento, en la que se ampliaban los supuestos legales para la práctica del aborto. Alegó que su conciencia no le permitía sancionarla, pero la Constitución belga requería la sanción real para que entrase en vigor, por lo que se hallaba obligado a firmarla.
Para solucionar el conflicto se acordó que el 4 de abril de 1990 el católico monarca delegase el ejercicio de sus reales facultades en el Gobierno, de conformidad con el artículo 82 de su Constitución, relativo a “la incapacidad para reinar del representante de la Corona”. Así lo aprobó el Parlamento, el Gobierno asumió la regencia y así sancionó constitucionalmente la ley. Al día siguiente el Parlamento declaró que había cesado la incapacidad temporal del monarca, por lo que reasumía sus reales funciones. Una trampa muy legal, que facilitó a las belgas abortar en los casos previstos, y todos quedaron contentos, excepto la reina consorte Fabiola, que al ser española de nacimiento y educación sentía muchos escrúpulos de conciencia.
¿Qué hará su majestad Felipe VI, como usufructuario del título de rey católico por herencia de sus predecesores Isabel y Fernando? Si imitase el ejemplo de su colega Balduino podría invocar el segundo punto del artículo 59 de su borbónica Constitución, relativo a la inhabilitación para el ejercicio de la autoridad.
Esto nos proporcionaría gran sobresalto a los vasallos, debido a que sigue ordenando ese artículo que si “la imposibilidad fuere reconocida por las Cortes Generales, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia el Príncipe heredero de la Corona, si fuere mayor de edad”. En este caso la princesa heredera, Leonor de Borbón, no cumple el requisito, ya que el artículo 12 de la Constitución especifica que “Los españoles son mayores de edad a los dieciocho años”, y la presunta heredera solamente ha cumplido quince.
No importa, la Constitución lo tiene todo previsto, porque el citado punto 2 expone que si el heredero es menor de edad, “entrará a ejercer inmediatamente la Regencia” su madre, es decir, en este caso, nada menos que la Leti, la modelo predilecta de Waldo Saavedra. En un país en el que reinó una ninfómana insaciable conocida como Isabel II, apodada Isabelona, todo es posible. Sólo hay que esperar un poco más.
Arturo del Villar, presidente del colectivo republicano tercer milenio.
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