
Para que no se supiera que pasaban tanto tiempo juntos y tratar de mitigar las habladurías acerca de tan escandalosos
amoríos entre Germana y un rey extranjero, Carlos ordenó
construir un puente de madera entre el Palacio Real de Valladolid y el Palacio donde residía Germana, para no ser vistos y así ocultar dicha relación.
Solo en su testamento Germana de Foix se atrevió a poner por escrito, que era hija de Carlos el Emperador; también la lego un importante collar de 133 perlas, aunque poco uso podría hacer de el, una joven monja de 18 años.
El Emperardor no olvido a Germana, retrasando varios años el cumplimiento del compromiso matrimonial con Isabel de Portugal, que fue quien acabaría sustituyendo a Germana en el corazón de Carlos. Germana nunca perdió el favor del rey y le acompaño
en diversos viajes por el imperio. Abandona la Cirte en el año 1523, cuando es nombrada Virreina de Valencia.