
consciente de las limitaciones intelectuales de Carlos IV, y no dudaba en
decírselo. Un día que estaban
comentando la preparación de su boda, Carlos III le recordó la posibilidad que
todo hombre tiene de sufrir alguna
infidelidad. Carlos IV, le dijo muy
seguro de sí mismo “Pienso que los reyes
están libres de las preocupaciones que tienen el resto de los maridos porque
sus esposas no les pueden engañar con otras, ya que una reina no tiene otro rey
cerca más que su esposo”. Carlos
III no pudo aguantarse ante la simpleza del razonamiento de su hijo y le
respondió “Carlos, Carlos, que tonto
eres, las princesas también pueden ser putas, hijo mío”.
(Nota este espacio esta dirigido y presentado por Edmundo Fayanas, Profesor de historia)