Programa presentado por Edmundo Fayanás, profesor de Historia.
En el año 1717,
tuvo un fuerte brote depresivo, por el que sufría continúas pesadillas, en las
cuales trataba de matar a un fantasma con una espada. Quería arrancarse la cabeza, pues padecía
cefaleas, astenias, trastornos gástricos y de sueño.
Fue un gran
hipocondriaco. Su segunda mujer, Isabel de Farnesio tenía
un carácter fuerte, pero siempre tuvo dedicación plena con él. Recibía a los embajadores en camisa, sin
pantalones y descalzo. Gritaba por los
corredores de palacio y mientras corría por ellos, se mordía
constantemente.
No dormía, comía en
exceso e incluso cambio el orden habitual de vida, pues dormía de día y
trabajaba con sus ministros, a la luz de las velas.
Tenía grandes
períodos de tiempo donde no se lavaba, lo que hizo que le llamaran “el guarro”. Era muy promiscuo sexualmente y su mujer
Isabel de Farnesio atendía todos los deseos sexuales del rey. Se negaba a afeitarse y a cortarse las uñas
del pie, que hacía que no pudiera calzarse.
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